El español es la lengua que la mayoría de los europeos querría aprender. Es evidente que hay una atracción por un idioma que hablan más de 500 millones de personas. La lengua, cualquier lengua, es un instrumento de comunicación. También puede ser una herramienta de conocimiento, incluso de expresión literaria y poética. Algunos quieren dar un giro hiperbólico hasta hacer de un idioma un instrumento de poder. Obligar, por ejemplo, a que la lengua vehicular en la escuela sea una lengua y no otra, hablándose las dos a partes iguales, es una opción política y tendrá consecuencias políticas. Pero esa es otra historia. El Consejo de Europeo dijo en 2014 «que la capacidad de comunicarse en una lengua distinta a la materna es una de las competencias clave que los ciudadanos deberían tratar de adquirir». Aprender otras lenguas, y sobre todo aquellas que dominan el conocimiento, es clave para abrirse paso en un mercado laboral globalizado.