¡Cambiamos la hora dos veces al año, pero ni el ahorro energético es tan relevante ni los perjuicios de la salud tan notables como se cree!
Ahorro energético, en el transporte, mejora de los modos de vida e incluso de la salud y de la gestión del tiempo de ocio. Fueron algunas de las ventajas presentadas en el informe de la Comisión Europea que hace ya quince años terminó de dar el visto bueno a los dos cambios horarios que se producen durante el año.
Para el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía,
dependiente del Ministerio de Industria, este cambio en los relojes puede llegar a suponer un ahorro de hasta un 5% en la iluminación, lo que cuantifica en unos 300 millones de euros.
¿Es relevante ese porcentaje de ahorro?
"Es
simbólico". Quien así responde es Rodrigo Irurzun, experto en energía
de Ecologistas en Acción. No sólo considera que es una cifra muy pequeña
en relación con el total del gasto energético, sino que añade que no se
tienen en cuenta otros hábitos que varían con el nuevo horario y en
realidad generan más despilfarro: "muchos edificios de oficinas y
grandes centros comerciales tienen iluminación artificial a lo largo de
todo el día, así que no ahorramos realmente electricidad". También
denuncian el incremento en el uso de los sistemas de calefacción con la llegada del frío
y las horas nocturnas durante la tarde. El propio Ministerio insiste en
que para llegar a tener un ahorro notable han de variar los
comportamientos (como prescindir de iluminación artificial si no es
necesaria) e instalarse nuevas tecnologías más eficaces (por ejemplo,
los sensores de luz que se encienden sólo al detectar movimiento y se
apagan poco después).
Nuestro cuerpo apenas lo nota
Otro de los mitos relacionados con el cambio de hora es que genera trastornos en nuestro organismo tales como un incremento de la ansiedad o problemas para dormir.
Lo cierto es que son efectos puntuales y ni mucho menos generalizados.
Estos leves trastornos, que podemos ni llegar a notar, se pasarían como
mucho en dos días según el doctor David Pérez, neurólogo y director de
la Fundación del Cerebro: "el efecto puede ser mayor en el cambio de
primavera, pero lo que se dice sobre este cambio de otoño es exagerado.
Es un efecto mínimo. El perjuicio para la salud no está bien sustentado
científicamente como para afirmar que realmente este cambio provoque una
alteración clara".
En todo caso, sí hay excepciones. Las
personas mayores, sobre todo aquellas que tienen que tomar una
medicación a una hora determinada, o aquellos pacientes que sufren algún
tipo de patología relacionada con el estado de ánimo sí pueden
desorientarse durante unos días. Un efecto que, en todo caso, desaparece
también con rapidez.
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