lunes, 24 de noviembre de 2014

¡Atrévete..con expresiones!!!

¡Se me ha ido el santo al cielo!
¿Qué santo? ¿Y no debería estar ya en el cielo, de todas formas? En realidad, no. El santo está siempre con nosotros y “se nos va al cielo” cuando se nos olvida algo que teníamos que hacer o que estábamos a punto de decir. “¿Qué estabas diciendo?” “Ay, no sé… ¡se me ha ido el santo al cielo!”. Se dice que la frase fue pronunciada por primera vez por un cura que estaba hablando sobre un santo en plena misa y, de pronto, olvidó qué iba a decir sobre él. Se le había ido el santo al cielo.

¡Llevarse a alguien al huerto!
Si convences a alguien de que haga algo (normalmente acostarse contigo), te has llevado esa persona al huerto. La expresión tiene su origen en La Celestina, una de las obras más importantes de la literatura medieval española. En la historia, la Celestina, una vieja alcahueta, convence a la protagonista femenina, Melibea, para que se encuentre en un huerto a medianoche con Calixto, su futuro amante.

¡Irse por los cerros de Úbeda!
Algo que los políticos hacen muy bien. Alguien se va por los cerros de Úbeda cuando empieza a divagar al hablar, saliéndose del tema por completo. Por supuesto, puede ser algo involuntario o totalmente deliberado para evitar contestar a una pregunta que te acaban de hacer.
¿El origen? En el siglo XII, el rey Fernando III estaba a punto de atacar la ciudad jienense de Úbeda, y uno de sus capitanes desapareció justo antes de que empezase la batalla. Volvió cuando la ciudad ya había sido conquistada y, cuando le preguntaron dónde había estado, aseguró que se había perdido por los cerros de Úbeda. Ya, claro, pensaron todos.

¡Hacerse el sueco!
¿Hacerse el sueco? No es algo fácil de fingir siendo español, ¿cómo lo hacemos? Muy sencillo: fingiendo no darnos cuenta de que algún mensaje está dirigido a nosotros, desentendiéndonos de las cosas como si, efectivamente, fuésemos suecos y no entendiésemos nada
Pero que los suecos no se ofendan, ya que la expresión es el simple resultado de una evolución incorrecta de la lengua. Ese “sueco” viene de “soccus”, un tipo de zueco que solían llevar los humoristas romanos que hacía que caminasen de forma tosca y torpe. La expresión quiere decir en realidad “hacerse el torpe”, ¡nada que ver con Suecia!

¡Ponerse las botas!
¿Botas nuevas? ¿Llega el invierno? ¡No! Nos ponemos las botas cuando comemos mucho (mucho a nivel boda o comida navideña). La razón se remonta a los orígenes de las propias botas, que al principio eran muy caras (¡grandes y de cuero!), y que solo se podían permitir los caballeros con posibles. Esos que también, se podían permitir darse grandes atracones sin sufrir por su cuenta bancaria (o el equivalente de la época).

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