Los secretos y leyendas de la Casa de las Conchas
Existen leyendas que aseguran que hay una fortuna debajo de una de las veneras del edificio y otra habla de una escalera misteriosa que comunica el patio con los sótanos
Los edificios emblemáticos salmantinos están rodeados de numerosas leyendas para el reclamo de curiosos y visitantes. Personajes fuera de su tiempo tallados en piedra, cuentos que nunca se escribieron pero que han sabido mantenerse vivos, mitos actuales que nunca existieron y que forman parte de la cosmogonía de los tiempos.
La Casa de las Conchas, uno de los más representativos de Salamanca, no escapa de un conjunto de leyendas que la envuelven.
"Es uno de los palacios tardogóticos más importantes de la Península Ibérica, muy representativo de la nobleza urbana, de su dueño Rodrigo Maldonado de Talavera. , un personaje de gran relevancia: catedrático de la Universidad, regidor de la ciudad, consejero de los Reyes Católicos, embajador y caballero de la Orden de Santiago", destaca Ana Castro, profesora titular de Historia del Arte de la Universidad de Salamanca.
El edificio fue construido a finales del siglo XV y recibe este nombre en honor de las más de 300 conchas que decoran su fachada. En la actualidad acoge la biblioteca de la Junta de Castilla y León.
Muchas historias han albergado sus muros centenarios. Cuenta la leyenda que el caballero Aldana venció en el campo de batalla al hijo del rey francés. Éste pidió clemencia y Aldana le reclamó a cambio llevar el cetro real y la flor de lis en su escudo. El rey accedió, si bien no pudo por menos que decir "c est mal donné", que propició que Aldana cambiara su apellido por el de Maldonado. "El dintel de la puerta, donde aparece el escudo de los Maldonado, está coronado por un cetro y cuentan que las flores de lis fueron conseguidas por Aldana, que era un antepasado de Maldonado, que venció en duelo al Duque de Normandía. Y el rey de Francia para evitar la muerte de su hijo concedió las flores de lis a los Aldana", aclara Ana Castro.
Las conchas. El edificio es una de los más originales de España en cuanto a la ornamentación exterior, aunque no es el único. Existe el Palacio del Infantado en Guadalajara, decorado con puntas de diamante y el exterior de la iglesia de San Marcos, actual parador de León, que fue de la Orden militar de Santiago, también está decorado con veneras.
La decoración de las conchas ha sido objeto de diversas interpretaciones. Julián Álvarez del Villar lo relaciona con el emblema heráldico de Juana Pimentel, la mujer que se casó con el hijo de Rodrigo Maldonado. Otros autores aseguran que se debe a que Rodrigo Maldonado y después su hijo Arias Maldonado fueron miembros de la Orden de Caballería de Santiago, una de las cuatro órdenes militares más importantes, lo que seguía siendo un título de mucho prestigio.
Otros autores dicen que la colocación de esas conchas es una muestra del amor que sentía Arias Maldonado por Juana Pimentel.
El tesoro. La Casa de las Conchas se encuentra enfrente de La Clerecía, propiedad de los Jesuitas. Estos quisieron demoler la famosa casa ya que decía empequeñecía la visión de la monumental fachada de la iglesia y, para ello, ofrecieron una moneda de oro por cada concha en la fachada. De ahí derivaría la historia que dice que debajo de cada venera hay un tesoro escondido. Otras fábulas hablan de una sola concha con un tesoro, aunque no se sabe el lugar exacto de su ubicación.
Los sótanos. Los sótanos de la casa se convirtieron en un lugar donde los estudiantes de la Universidad pagaban las penas impuestas por el Maestre-Escuela, según reza la leyenda. Posteriormente, los sótanos de la casa se convirtieron en un lugar donde los estudiantes de la Universidad pagaban las penas impuestas por el Maestre-Escuela.
El teatro. Cuentan los expertos que la Casa de las Conchas inspiró al autor de la obra "Todo es enredos, Amor", comedia que se atribuye a Diego de Córdoba y Figueroa, aunque otras fuentes apuntan a que fue Agustín Moreto. Se trata de una comedia que se ajusta a la tendencia dominante en el teatro del XVII, con la popular dama que se disfraza, de caballero, criada o lo que haga falta, y que cuenta con cuartos de casas contiguas que posibilitan la confusión típica del género , aunque esta vez, al parecer, recuerda a una anécdota protagonizada por la poetisa sevillana Feliciana Enríquez de Guzmán, la cual disfrazada de hombre siguió a su amante y se matriculó para estudiar con él en Salamanca, ciudad que el autor elige para varias de sus comedias, como aseguró Eduardo Vasco.
Esta obra del siglo de oro transcurre en la Casa de las Conchas. La dueña es una viuda que alquila habitaciones a estudiantes de la nobleza. Allí va a parar la protagonista, doña Elena, que viene desde Madrid a Salamanca disfrazada de hombre.
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