¿Para qué demonios sirve estudiar lengua?
«En el mundo actual, no solo somos de una cosa, sino que nos suelen gustar muchísimas cosas porque estamos expuestos a muchísimos estímulos». Y la lengua está presente en todas partes. «Pero también va dirigido a esos familiares que tienen que apoyarlos, y a esos profesores que tienen que orientar a los alumnos».
Porque, quizá, el problema parta desde la propia enseñanza universitaria. En opinión del lingüista Lluís Payrató, autor del prólogo, «la universidad ofrece una formación generalista, pero no específica para una profesión; tampoco interdisciplinaria, y la profesión lingüística suele tener mucho de ello», algo con lo que también está de acuerdo Sheila Queralt.
«Es difícil encontrar facultades en las que apuesten por un perfil más profesionalizador, por salidas más directas y actuales. ¿Por qué? Porque muchos profesores solo se dedican a la docencia y a la investigación dentro de la universidad, y cuesta que haya profesionales que vayan a la universidad. Sí que es verdad que está la figura del profesor asociado, pero en muchos casos es una figura falsa, en la que son meros investigadores y siguen su línea de investigación dentro de la universidad. Y, por lo tanto, se desconoce muchísimo lo que se está haciendo en el mundo actual fuera».
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