Contemporánea, universitaria y viva las 24 horas del día. La ciudad de Salamanca está siempre dispuesta para embaucar a todo aquel que se acerque a orillas del Tormes y que seguro quedará atrapado por el patrimonio, la cultura y la gastronomía del que es uno de los principales destinos turísticos de interior de España.
Uno de los mayores atractivos que tiene Salamanca es su imponente decorado. Ciudad Patrimonio de la Humanidad, en ella se entremezclan gran variedad de estilos arquitectónicos con espléndida armonía. De sobra conocidos sus edificios más emblemáticos, tras acercarse a la carismática Plaza Mayor, a su mítica Universidad o a la singular Casa de las Conchas, merece la pena disfrutar de la capital charra desde otra perspectiva, desde lo más alto, para descifrar sus calles a ras de cielo. Ello es posible desde las torres de la Catedral Ieronimus; las torres de la Clerecía, Scala Coeli; y el mirador del Convento de San Esteban, que abren sus puertas para todos aquellos que quieran asomarse a sus almenas, acariciar sus pináculos y tocar sus campanas.
Para comprender ese patrimonio, no está de más viajar más atrás en el tiempo de la mano excavaciones realizadas por arqueólogos que han permitido sacar a la luz el Cerro de San Vicente, el antiguo Pozo de Nieve y el centro de interpretación de las murallas, Salmantica Sedes Antiqua Castrorum. Se trata de tres espacios únicos a partir de los cuales conocer los orígenes de la ciudad.
Además de su patrimonio, o quizás como consecuencia de ello, Salamanca ha sido y es ciudad de Cultura -ostentó en 2002 la Capitalidad Europea de la Cultura- y cuenta con una variada oferta. Pesos y medidas, radios con sonido propio, automóviles e historias de viajes, vidrios, esmaltes, criselefantinas o artilugios fantásticos donde bailan las sombras brillan en una amplia carta de museos, como el de Historia de la Automoción, el del Comercio, el Museo Art Nouveau Art Dèco- Casa Lis, el Palacio de Monterrey o Monumenta Salmanticae.
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