Se estima que los llamados abanicos plegables nacidos en el Sudeste Asiático pudieron llegar al continente europeo por varias vías. Su entrada podría haber tenido lugar en el siglo XII, en el transcurso de las Cruzadas, o quizá fueron los Misioneros Jesuitas quienes introdujeron por primera vez durante el siglo XV estos accesorios por los que la Corte sintió mucho interés.
Sea como fuere, la realeza y las clases altas comenzaron a sentir verdadera curiosidad por este objeto. En el siguiente periodo, en el XVII, comenzó a popularizarse entre personas de todas las clases, siendo un tiempo en la que Francia e Italia competían por la producción de estas piezas. En el territorio español nacen los primeros maestros abaniqueros. Una muestra del tipo de abanicos que existían se ve en La dama del abanico, cuadro de Velázquez elaborado hacia 1635.
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